Estimada Comunidad Educativa:
Escribo a ustedes estas líneas agradeciendo el Don de la Vida, mismo que permite valorar en cada paso, las bondades que Dios otorga a través de ella. Como ejemplo, tenemos tres momentos que en este mes necesitamos fortalecer: La Cuaresma ya iniciada, La Familia y La Mujer.
Durante la Cuaresma, recordamos que Cristo nos invita a cambiar de vida, nos exhorta a escuchar la Palabra de Dios a través de la oración y reflexionar acerca de nuestro caminar, de nuestras acciones; de arrepentirnos de nuestros pecados, de sanar nuestras heridas y de comprometernos a mejorar; compartiendo con el prójimo y haciendo buenas obras.
Esta preparación será más grata si la hacemos con la Familia, considerada como instrumento de Dios; en ella los padres unen sus vidas para compartir el cuidado de los hijos, otorgando un hogar donde prevalezca la armonía, la confianza, la seguridad emocional y económica, el respeto, los afectos, la protección, el apoyo necesario para la resolución de problemas ante los retos de la vida, de vivir con la esperanza para construir y/o reconstruir la humanidad en un ámbito de Fe, de hermandad y de amor al prójimo.
En este caminar de la vida, la figura, tanto del hombre como de la mujer, es importante; sin embargo, es a la Mujer a quien Dios le concedió un Don mayor; y es, el de concebir la vida de un nuevo ser; en su seno transmite los primeros sentimientos de amor en la dulce espera; junto a ella, el padre también manifiesta el compartir de esta maternidad cuando proporciona amor y cuidado a la madre, a la esposa, a la compañera; sentimientos que también recibe el hijo a través ella.
Nuestros niños, niñas, adolescentes y jóvenes son el mayor signo de amor y de esperanza para el mundo que Dios nos concede.
Los animo a seguir: viviendo este tiempo de Cuaresma con plenitud y paz; cuidando a la familia para el fortalecimiento de la esperanza; protegiendo a la mujer para que sea vista como persona y dadora de vida. Enfatizo la palabra ESPERANZA porque no podemos rendirnos, hacerlo significa morir en vida, darnos por vencidos y no disfrutar lo bueno de esos momentos que compartimos con nuestros semejantes; la risa, la mirada diáfana, el gesto amable, la satisfacción de compartir y de recibir de manera desinteresada, de los frutos obtenidos producto del esfuerzo, de la dedicación.
Padres de Familia y colaboradores del Colegio Cristóbal Colón, estamos llamados a cumplir juntos la Misión de educar. La Familia como primera instancia educadora de sus hijos, el Colegio como instancia que complementa la educación integral de ellos.
La corresponsabilidad y ayuda mutua que se conceda, permitirá cuidar de nuestros alumnos. Termino estas líneas pidiendo una vez más, que nos unamos en oración y caminemos juntos para que prevalezca el amor al prójimo, el cuidado y respeto a los derechos de la persona, la búsqueda de alternativas para ayudar a los menos favorecidos.
Gracias por leer estas líneas, los abrazo con respeto y cariño.
Mtra. Emma Illescas Navarro
Directora General
“…tome esta prueba de vida y hágalo ahora… Ame más, perdone más,
abrace más, viva más intensamente y deje el resto en las manos de Dios”.
Papa Francisco